03 octubre, 2010

Nocturnos XXXI






Dejarse arrastrar al antro más oscuro de la ciudad, notar el calor suspendido en el aire, cientos de cuerpos alrededor moviéndose al unísono de un marcado bombo. Perderse entre olor a noche y sentirse hipnotizado por movimientos convulsos pero rítmicos. Saborear la copa y sentir frio en los labios, volver desenfocado y vibrante el contexto. Declararte amor eterno a gritos sin dejar de mirarte, protegido por la música, a sabiendas que el volumen no deja que oigas ni una palabra.
Sonríes y te acercas.

No hay comentarios: