27 abril, 2009

Cosas de cuerdos IV


De lo que hizo Nacho…

Es un tipo curioso Nacho. Se sienta siempre en la misma silla de la barra y deja que Jorge le regale tonterías, historias, y cachivaches diversos, luego disfruta de los buenos y más tarde escribe una parte en la primera superficie plana que se le pone por delante. Guarda esas pequeñas joyas sin cuidado en cualquier cajón porque nunca le interesó escribir una historia ordenada, odia las estructuras tradicionales. Nacho siempre prefirió los nudos a los desenlaces, y al final el planteamiento, como promesa de que no hay final, simplemente porque no hay principio.

Nacho no brilla, no es cuidadoso, padece de torpeza endémica y muy a menudo ni siquiera es agradable. Hasta hace relativamente poco era alérgico a la constancia, le asusta querer demasiado y a menudo siente unas ganas enormes de salir corriendo y no mirar atrás. Sería un completo desastre si no fuera por sus sueños, por sus principios y sus convicciones. Es casi religioso con sus sueños.

Nacho sueña con pintarle de nuevo los cimientos al mundo. A veces sueña en blanco y negro, y muchas otras en un tono rojo, como el mejor vino, como las banderas que piensan en colectivo. Sueña un mundo entero que fabricar, con sus propias leyes.

Lo más importante tal vez, es que Nacho sueña en carne y hueso, sueña tangible, sueña hambre y sed, como los cuentos cuando son de verdad. Ama sin miedo, por fin.

Nacho no ha salido corriendo, se ha quedado sentado en la taberna y escribe estas líneas en un trozo de papel. No le asusta la cordura porque también la siente como propia en el fondo de su ser, y sabe que la única manera de combatirla es asumiéndola, y solo así se siente más loco que nunca.

Ama sin miedo, por fin.

25 abril, 2009

Dia da liberdade


Estaré vigilante, escuchando la radio y mirando por la ventana, y cuando vuelvan los claveles a la calle ya nadie nos robará más primaveras. marcharemos juntos sobre los adoquines rojos...

23 abril, 2009

Nocturnos XXIII (Luís)





Escribir en una barra de bar es como hacer periodismo de guerra. Mientras rien las guitarras y los clientes se apuran por encontrar algo. Yo hace un rato que dejé de tocar y otros toman el relevo. Unos buscan algo de calor, otros por el contrario, van sobrados de fuego y necesitan alguna substancia líquida que les diluia la razón. 
En realidad nadie duerme en la ciudad, los antros están abarrotados. Todos se preguntan tantas cosas que sería imposible conciliar el sueño en cien noches. Como de momento no saben parar el tiempo y dedicar su insomnio a pintar bellas mujeres o a buscar un segundo empleo nocturno, ahogan sus nervios en noches de música y ron. 
Pero yo he aprendido a escuchar los corazones.
Tengo un invento...

21 abril, 2009

Aviones de papel I (Jorge)


Lo bueno de escribir mientras se cierran los párpados es que uno no sabe exactamente sí cuenta o sueña, si se inventa lo que derrama en las teclas o al contrario, es demasiado sincero para aparecer durante la vigilia. Lo bueno de soñar sobre un papel es que el papel no contesta, solo regala un silencio que comprende sin prometer.  El silencio de los ascensores donde todos hacen muecas en el espejo. Yo no, solo sueño obsesivamente que se abre la puerta en el siguiente piso y me desayunas antes del ático.

Lo bueno de escribir a máquina es que las palabras se disparan contra el papel, se lanzan a cada golpe de tecla con un sencillo pero letal mecanismo, sin piedad, contra el blanco de la página. Cuando se escribe a máquina uno imagina que asesina el vacio y con él mueren uno a uno los monstruos que te hacen llorar.

Escribir sin un objetivo claro es una buena manera de darle esquinazo a la cordura. Así improvisamos el cuento una noche más. Incluso podemos detener el tiempo unos segundos chasqueando los dedos (¡ahora! ………………………….), y durante un momento no existen las leyes físicas que a veces se vuelven tan molestas como arrastrar cadenas con los pies.

Lo bueno de estar loco es que no hay que firmar lo que se escribe.

Lo bueno de estar loco es que las farolas si queremos son farolas y si no son faros del fin del mundo.

Lo bueno de estar loco es que son los cuerdos los que deben justificarse.

Pero sin duda lo mejor de estar loco es lo que estoy pensando.

Lo que estoy pensando….

19 abril, 2009

Nocturnos XXII (Luís)




¿Sabes que me falta el corazón? Una noche me asomé por la ventana para ver si llovía y un jabalí se lo zampó.

                                                                           J. Médem (Tierra)

14 abril, 2009

11 abril, 2009

Cosas de cuerdos III


De lo que hizo Luís….

(socializando el terror)

Salió sin despedirse de nadie y empezó a correr calle abajo, con la guitarra a cuestas. Pensó que nadie se había dado cuenta. Que su vida hasta ese momento solo había sido un precipitarse del tiempo y que el cuento volvía a empezar en ese mismo instante. Corrió muy rápido y puso rumbo al mar. Repuso viejos pensamientos y se sintió de pronto liberado de la madrugada.

Luís se rodeó de gente, porque ya no se fiaba de su propio criterio. Se gana la vida tocando versiones en antros. Cuando nadie le ve escribe sus propias canciones y por unos segundos se siente sincero de verdad.

Luís no cuenta nada, lo que sabemos de él lo sabemos por los demás. Alguien que prefiere mantenerse en el anonimato le vio bailando totalmente fuera de si una canción de Dorian en un garito de una ciudad en minúsculas. 

Luís odia tanto la neutralidad que sin darse cuenta se convierte en un extremista del punto medio. Reparte tristeza y euforia a partes iguales, y esa bipolaridad le lleva a salir de casa cuando llueve, y a deprimirse algunos días de sol. Por otro lado cree que llorar un día soleado no tiene ninguna gracia y tiene que ser un desorden universal, una tara de fabricación de la historia.

Luís es tan complejo como bueno y aunque ahora se esconda debajo de la mesa, tiene tantos papeles garabateados por las dos caras que cuando los ordene entenderá el motivo de la enfermedad y decidirá si quiere medicarse o le tiene demasiado miedo a soñar en blanco y negro.

Él ni siquiera ha sentido el ataque de cordura, por eso ha salido corriendo, pero no entiende nada.

Luís no entiende nada…

02 abril, 2009

Cosas de cuerdos II


de lo que hizo Jorge…

Al cerrar la puerta de la taberna con llave ante la amenaza de la cordura cada cual corrió por una calle diferente.  Jorge se fue hacia el oeste, porque al contrario que yo, odia el mar. Tomó una rápida decisión, no volver a su casa hasta que pasara el ataque de cordura. Como no tenía más techo que el suyo ni tampoco atesoraba un tarro lleno de llaves (de las que se guardan para que las puertas no se cierren del todo), no tuvo más remedio que pagar una pensión.

Acto seguido compró una Olivetti de segunda mano (Jorge odiaba casi tanto los ordenadores como el mar), algo de comida, algunas botellas de vino y empezó a escribir. No escribió novela alguna, ni poesía, ni ensayo. Simplemente vaciaba lo que pensaba, ocupaba el tiempo. Con cada página que escribía fabricaba un avión de papel y lo hacía volar por la ventana. Se quedaba mirando como descendía hasta el piso de la plaza y se volvía a volcar en las teclas.

Esta noche escribía un poco de cine, o mejor, de belleza. Escribía sobre como Wong kar-Wai era un mago de la pintura en movimiento. Lo mismo construía belleza desde una tarta de arándanos que desde el vagón de un tren inventado con número futurista. Escribía el rojo de los arándanos, el humo de un cigarrillo liado en la puerta de un café o en una habitación de hostal a mitad de siglo. Escribía belleza casi sin darse cuenta y luego volaba con cada página por la ventana.

Es su modo de resistir este tiempo de cuerdos, su modo de echar de menos….