28 marzo, 2012




El amanecer de un día de huelga es como el principio de un poema que está por escribir. Deja el ordenador y sal a la calle...


Quiero una huelga donde vayamos tod@s.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero una huelga
de obrer@s de palomas
de choferes de flores
de técnic@s de niños
de médicos de mujeres.
Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.
Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.
Gioconda Belli

02 febrero, 2012

Requiem


Posibilidades

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

Wislawa Szymborska

Personalmente preferiría que las mujeres gigantes no se mueran. Personalmente exigiría que no mueran los poetas... 

Gracias.

27 enero, 2012

La nausea




Creo en lo que veo, como buen positivista
(si ello no conlleva ser tan aburrido)
Creo también en cosas que no veo,
como buen místico y lector de intoxicados.
(aunque una vez intoxicado todo tenga sentido)

Creo en el cirujano, concienzudo y aplicado
(o si lo prefieren en cualquier carnicero)
Que cuidadosamente busca la entraña,
que con finas herramientas se adentra en la carne.
(carne o alma, obviemos la paralaje)
Que separa, una a una, las capas de piel
y las lágrimas, las palabras, los acentos extraños.
(aunque el método no importe al fin)
Desechando lo accesorio, lo poco vital.
Buscando solo el órgano, el humor esencial,
algo que bombee tanta intensidad.
(pidiendo perdón de antemano por semejante
vocación)

Creo en la nausea.
(si esa especie de mueca de pura decepción
no puede tener otro nombre)
Creo en su expresión, no le reprocho nada,
si al llegar al fin a la central cavidad
advierte que al sujeto lo mueve la oquedad.
(si prefieren el vacío o la ausencia de cosa,
la falta de substancia o la mediocridad)

Creo en lo que siento,
Creo en la cirugía,
Hoy creo en el vacío.
y en fin…
(Creo sobre todo en la nausea final)

12 enero, 2012

El poeta piloto





El funámbulo es ese ser extraño a medio camino entre bailarín y piloto. Una línea tangente de la evolución, una cabeza vaporosa de belleza sobre un cuerpo de alambre y nylon. Lunático por naturaleza, rey de los pájaros de mal agüero. Escribidor de boquiabiertos por las alturas, reponedor de imposibles en los colmados vacios de suspiros.
Pequeño loco cabrón, dicen los famas. Espantapájaros de palo y cuerda le llaman los que viven a ras de suelo, incógnita física de las leyes generales. Como una pesadilla de Sir Isaac Newton, el niño con la cabeza llena de pájaros no pierde el hilo, baila sobre él.
El niño funámbulo sonríe, porque desde su pista de baile las cosas parecen de juguete, pierden seriedad y dramatismo. Se llena de una sensación de vuelo bidimensional, se estira sobre el cable y sueña que vuela, sueña.

Yo de mayor  quiero ser funámbulo.