23 abril, 2009

Nocturnos XXIII (Luís)





Escribir en una barra de bar es como hacer periodismo de guerra. Mientras rien las guitarras y los clientes se apuran por encontrar algo. Yo hace un rato que dejé de tocar y otros toman el relevo. Unos buscan algo de calor, otros por el contrario, van sobrados de fuego y necesitan alguna substancia líquida que les diluia la razón. 
En realidad nadie duerme en la ciudad, los antros están abarrotados. Todos se preguntan tantas cosas que sería imposible conciliar el sueño en cien noches. Como de momento no saben parar el tiempo y dedicar su insomnio a pintar bellas mujeres o a buscar un segundo empleo nocturno, ahogan sus nervios en noches de música y ron. 
Pero yo he aprendido a escuchar los corazones.
Tengo un invento...

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