21 abril, 2009

Aviones de papel I (Jorge)


Lo bueno de escribir mientras se cierran los párpados es que uno no sabe exactamente sí cuenta o sueña, si se inventa lo que derrama en las teclas o al contrario, es demasiado sincero para aparecer durante la vigilia. Lo bueno de soñar sobre un papel es que el papel no contesta, solo regala un silencio que comprende sin prometer.  El silencio de los ascensores donde todos hacen muecas en el espejo. Yo no, solo sueño obsesivamente que se abre la puerta en el siguiente piso y me desayunas antes del ático.

Lo bueno de escribir a máquina es que las palabras se disparan contra el papel, se lanzan a cada golpe de tecla con un sencillo pero letal mecanismo, sin piedad, contra el blanco de la página. Cuando se escribe a máquina uno imagina que asesina el vacio y con él mueren uno a uno los monstruos que te hacen llorar.

Escribir sin un objetivo claro es una buena manera de darle esquinazo a la cordura. Así improvisamos el cuento una noche más. Incluso podemos detener el tiempo unos segundos chasqueando los dedos (¡ahora! ………………………….), y durante un momento no existen las leyes físicas que a veces se vuelven tan molestas como arrastrar cadenas con los pies.

Lo bueno de estar loco es que no hay que firmar lo que se escribe.

Lo bueno de estar loco es que las farolas si queremos son farolas y si no son faros del fin del mundo.

Lo bueno de estar loco es que son los cuerdos los que deben justificarse.

Pero sin duda lo mejor de estar loco es lo que estoy pensando.

Lo que estoy pensando….

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