22 octubre, 2008

Nocturnos XIX

El sitio de siempre, las mismas caras y los mismos pequeños detalles que nos brinda lo cotidiano. Esos perfectos en un mundo lleno de borrones. El gesto de felicidad extrovertida de Jorge al verme llegar, la vieja máquina que adivina el futuro por 25 pesetas en un rincón. Hace tiempo que no da recaudación peró si le preguntas a Jorge porque la conserva, te saca una moneda agujereada de un cajón y te la deja en la palma de la mano. Són esas pequeñas cosas las que hacen a este lugar único, con sus maravillas y sus inconveniencias.
La barra es de madera antigua, y sangra astillas por donde la ha comido el mundo. El pequeño escenario de moqueta color vino y un taburete alto, la guitarra apollada en la pared y los poemas amarillentos colgados por la pared. Són los imprescindibles. Los que cuando un dia llegas con cara de no acordarte de que narices usabas para los momentos grises, Jorge descuelga de la pared, uno a uno, hasta que te reblandece el alma de nuevo.
Aquí estaba esta noche derrotado de puro cansáncio pero con una sonrisa escapandose apresuradamente de la boca.

- Che! ha salido el sol y no me enteré?
- Sirvenos algo bueno de verdad Jorge que hoy estamos de celebrarnos, de celebrar la noche, las palabras, y todo lo que no es en vano.
- Te recuerdo que el mundo sigue igual de feo que ayer
- Igual no, hoy tiene más ganas, muchas más
- Brindemos pues por las ganas.
- Por las ganas.
- Y por que no se acaben
- No se acaban Jorge, no se acaban...

1 comentario:

Adri dijo...

la vieja máquina adivina el futuro por 25 pesetas? olé el invento!
si las ganas no se acaban, tú y yo llegaremos lejos nene... :P