03 mayo, 2011

Niveles


En el subsuelo una mariposa con lengua bífida. un vagón de metro medio vacío que ignora lo excepcional de su contenido, excepcional y efímero. Casi da miedo mirar la sonrisa dibujada en sus labios, temiendo que desaparezca y no vuelva a repetirse. Sabemos que nunca va a ser igual, nunca la van a mirar con tanto deseo entre la multitud, jamás va a saber devolver la mirada perfecta, perfecta en dimensiones, en color y en vibrato. El mareo, los pasos vacilantes y el patoso que providencialmente la empuja tras perder el equilibrio, y provoca que una mano firme la sostenga por la espalda.

Instantáneo, miles de terminaciones nerviosas activadas, millones de neuronas a pleno rendimiento en una amalgama de neurotransmisores y receptores excitados. Piel de gallina, bello erizado por toda la columna vertebral hasta perderse en la nuca. La canción adecuada, el antiguo teatro repleto y una explosión termonuclear en mitad de la sala, casi imperceptible para los demás, pero que sabrán.

Más tarde mucho más, años repletos de mucho más, montañas rusas de tiempo y espacio que no hace falta contar.
Pero esa madrugada, en el subsuelo, excepcional, efímera,

una sonrisa.

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