Gritarle al mar desde un espigón no solo es un acto de belleza. También resulta como desinfectante. Es como una hoguera de San Juan. Que el fuego consuma la ansiedad y la arena sucia de impaciencia y que queden las cenizas y el aire fresco lleno de sal.
Gritarle al mar desde un espigón es un acto de amor.
Y ahora hay paz.
1 comentario:
31.10.2009
jamás olvidaré esa noche.
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