19 septiembre, 2008

Nocturnos XVII


Hoy la taberna abre hasta tarde, es noche larga en el calendario de los insomnes. Yo vengo de cena y me acerco a una mesa para vaciar mi eterna impaciencia a brazos de Jorge, lleno de indeleble paciencia. Él me invita a un trago y agarra una guitarra para tocarme música de la buena, de la que nos recuerda que vale la pena no estar haciendo otra cosa que escucharla. La canción habla de tristeza que se va y de tiempos mejores. Del tiempo de las sonrisas.

Saco lápiz y papel y escribo cuatro líneas sobre las cosas que no son en vano. Sobre esas pocas cosas por lo que vale la pena pasar noches en vela y mirar la puerta. Son esos pequeños detalles que diferencian lo deseado de lo que realmente nos importa. Los sueños etéreos de los que nos arrancan del tedio.

Guardo el papel, bien dobladito en un bolsillo del pantalón y le pido a Jorge una canción de uno de los buenos, algo tímido, a la que tengo ganas de cambiarle la letra. Juntos sacamos un final mejor y nos sentimos felices de luchar por lo que amamos.

Me despido luego de Jorge y le camino las calles al barrio, hasta que llegue el sueño, o la mañana.

11 septiembre, 2008

11 de septiembre





Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar mas para seguir matando,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza,
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenia en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios mas tanques mas rencores
mas bombas mas aviones mas oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar mas para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

M. Benedetti

08 septiembre, 2008

Andamos


Contando granos de arena,
leyendo diarios viejos,
jugando a mirar el cielo,
releyendo diarios viejos,
guitarreando ratos, tocando alegrias,
haciendo planes retroactivos,
frunciendo el ceño por la mañana,
caminandole las calles a la ciudad,
haciendo inventario de olas,
rereleyendo diarios viejos,
mirando al este, casi sin querer,
tomando té, fumando manzana,
silenciando besos, y frases, y gestos,
deshaciendo nudos con las uñas,
reconstruiendo puentes,
mirando al este, otra vez,
mirando escaleras, mirando al mar, mirando por la ventana,
coleccionando ganas en silencio,

joder..... echando de menos.

01 septiembre, 2008

J.C




Última noche en Madaba.... he encontrado al que lo lee mejor
Nocturnos XVI


de reinicios...


Últimos coletazos de un verano que muere. Llego sin prisa a la taberna. Las mesas todavía fuera, como para exprimir los días soleados hasta que no quede gota. Me acerco lentamente y observo a Jorge, sentado tal como lo dejé dos meses atrás. Parece que el tiempo se haya parado para él. Me mira, sonríe, se levanta y me estampa un abrazo sincero. En seguida me mira a los ojos y espeta sin avisar: - Tú no eres el mismo.
Me siento en su mesa y ya me espera una copa de vino tinto. - El de las conclusiones. Dice Jorge pausadamente, y vuelve a sonreír. Empiezo mi monólogo, que a veces suena a anecdotario de telenovela y otras a argumentario de juicio penal. Jorge consigue con preguntas certeras deshojarme como una alcachofa. Me desnudo del todo, frase a frase, pensamiento a pensamiento y mientras hablo me doy cuenta de los caminos errados.
Jorge me mira con el ceño algo fruncido y sentencia:


-Siempre tuviste tendencia al drama. Dejate de tonterías y sonríe! En tu relato hay errores, pero también hay vida, y lo mejor de todo, al final hay madurez. Madurar es un proceso doloroso para el alma, pero necesario. Eres un perro guey! Pero el amor se demuestra amando, es sencillo.


-Eres la segunda persona que me llama así esta semana.


-Porque te quiero.


Más tarde llega lo de siempre. Las risas, complicidades, una guitarra y vino que corre. Yo con una sonrisa bien ancha y una parte de mi lejos, tanto que en medio de los acordes me parece escuchar la voz de un beduino que grita: -La cena esta listaaaaaaa…..