28 marzo, 2012




El amanecer de un día de huelga es como el principio de un poema que está por escribir. Deja el ordenador y sal a la calle...


Quiero una huelga donde vayamos tod@s.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero una huelga
de obrer@s de palomas
de choferes de flores
de técnic@s de niños
de médicos de mujeres.
Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.
Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.
Gioconda Belli

02 febrero, 2012

Requiem


Posibilidades

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

Wislawa Szymborska

Personalmente preferiría que las mujeres gigantes no se mueran. Personalmente exigiría que no mueran los poetas... 

Gracias.

27 enero, 2012

La nausea




Creo en lo que veo, como buen positivista
(si ello no conlleva ser tan aburrido)
Creo también en cosas que no veo,
como buen místico y lector de intoxicados.
(aunque una vez intoxicado todo tenga sentido)

Creo en el cirujano, concienzudo y aplicado
(o si lo prefieren en cualquier carnicero)
Que cuidadosamente busca la entraña,
que con finas herramientas se adentra en la carne.
(carne o alma, obviemos la paralaje)
Que separa, una a una, las capas de piel
y las lágrimas, las palabras, los acentos extraños.
(aunque el método no importe al fin)
Desechando lo accesorio, lo poco vital.
Buscando solo el órgano, el humor esencial,
algo que bombee tanta intensidad.
(pidiendo perdón de antemano por semejante
vocación)

Creo en la nausea.
(si esa especie de mueca de pura decepción
no puede tener otro nombre)
Creo en su expresión, no le reprocho nada,
si al llegar al fin a la central cavidad
advierte que al sujeto lo mueve la oquedad.
(si prefieren el vacío o la ausencia de cosa,
la falta de substancia o la mediocridad)

Creo en lo que siento,
Creo en la cirugía,
Hoy creo en el vacío.
y en fin…
(Creo sobre todo en la nausea final)

12 enero, 2012

El poeta piloto





El funámbulo es ese ser extraño a medio camino entre bailarín y piloto. Una línea tangente de la evolución, una cabeza vaporosa de belleza sobre un cuerpo de alambre y nylon. Lunático por naturaleza, rey de los pájaros de mal agüero. Escribidor de boquiabiertos por las alturas, reponedor de imposibles en los colmados vacios de suspiros.
Pequeño loco cabrón, dicen los famas. Espantapájaros de palo y cuerda le llaman los que viven a ras de suelo, incógnita física de las leyes generales. Como una pesadilla de Sir Isaac Newton, el niño con la cabeza llena de pájaros no pierde el hilo, baila sobre él.
El niño funámbulo sonríe, porque desde su pista de baile las cosas parecen de juguete, pierden seriedad y dramatismo. Se llena de una sensación de vuelo bidimensional, se estira sobre el cable y sueña que vuela, sueña.

Yo de mayor  quiero ser funámbulo.

27 octubre, 2011

Entropía









"La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo"     
                                                                                                            2º principio de la termodinámica



Recuerdo un día. Ya era tarde, o tal vez era ya temprano. Estábamos sentados en la playa tras una noche un tanto confusa. A pesar del caos imperante y de las drogas ingeridas todo parecía tranquilo alrededor. Los demás decidieron mojar la euforia sobrante desnudándose y jugando a las ahogadillas como críos.
Yo me quedé con ella sentado en la arena recién peinada y me puse a dibujar círculos, círculos que se entrelazaban, conjuntos y subconjuntos sin sentido alguno, que aleatoriamente dejaban a millones de granos dentro o fuera, según las órdenes de mi perturbado subconsciente.

Ella hizo amago de sacudirse el pantalón, se sentó justo detrás de mí y empezó a acariciarme la nuca rítmicamente. Yo, que desde mi mundo de las aduanas de arena no esperaba ningún contacto humano (ni siquiera su ternura, por muy deliciosa que fuera), sacudí la cabeza casi involuntariamente y me giré para mirarla.
Me miró contrariada y frunció el ceño. Luego y sin previo aviso me mordió con cierta rabia el labio inferior y se levantó con prisa. Mientras se alejaba caminando se giró solo un momento para decirme muy triste:

- Somos dos generadores de desorden, nada más y nada menos.

Y ya no he vuelto a dormir bien.

13 octubre, 2011

Nocturnos XXXV


De la risa de Jorge

Jorge se ríe de mi casi obsesiva manía de buscar señales por doquier. Se ríe de mis ganas de ordenar el caos, de alargar el verano, de insistir en leer el periódico, de trasnochar por despecho y de buscar impulsivamente la paz en placeres efímeros. En fin, Jorge se ríe de mis pequeños vicios y de mi mala salud de escritor frustrado.

Cada vez que le veo observarme con una mirada socarrona y fruncir el ceño a media sonrisa se por donde va. Detrás viene una gran carcajada, se acerca a la mesa con dos vasos y me alborota el pelo cariñosamente. Se ríe de mi extraña manía de no estar de acuerdo casi por sistema, de que visite cementerios extranjeros, de mis escarceos con lo más cursi, y se cachondea en general de tantas y tantas páginas de palabras en clave.

Cuando nos encontramos de madrugada en un garito siempre me abraza entre carcajadas y vapores alcohólicos, acto seguido pregunta si interrumpe algo, aunque le importe poco, y acabamos a la salida del sol pasando de todo el mundo y riéndonos el uno del otro.

Él de mis amores eternos, yo de su pesimismo, él de mi promiscuidad, yo de su mitomanía y así hasta que se hace demasiado tarde hasta para nosotros.

En realidad resulta un poco rompe pelotas en ciertos momentos. Cuando me despierta de madrugada, cuando me jode noches prometedoras, cuando se ríe de ti, cuando me llama "mi pequeño poeta perturbado" y yo le contesto que si fuera poeta habría una fecha clave. Me resulta profundamente molesto cuando me quita la razón y hasta cuando me la da. cuando se ríe de mi sin parar.

Y sin embargo…  No sé qué haría en otoño sin la risa de Jorge.


29 septiembre, 2011




Vino tinto


Mucha montaña en invierno, atracones de sushi sin contemplaciones, el placer de ducharse antes de desayunar. ¡El Sur! dios, cuantas ganas de sur. Llevar los planes hasta sus últimas consecuencias,  quemar la ciudad a golpe de charla y gintónic hasta que no de pereza volver a pie, mezclarse entre esos extraños seres con cuernos que queman pólvora en las fiestas y disfrutar como un enano, revisitar la expo de Brangulí. Decidir sin pudor que J es en realidad el pionero, por muy perturbado que esté. Llevar en verano la ropa más cómoda y menos moderna que exista. Enfrentar la vida con una carcajada, el fin de la queja, reír, reír, reír hasta que duela la barriga. No pensar demasiado como trinchera, actuar, acción, movimiento, camino sinuoso, perderse en los recovecos, siempre. Lisboa, París, olvidar las iglesias y los faros. Reconocer que hay más islas que vidas, Lanzarote, dejarse querer…

…y el vino tinto.

11 junio, 2011

Nocturnos XXXIV




Y canciones a cambio de cobijo…

Eres tu mi amor, la única extranjera. Tuviste un momento de lucidez cuando me vendiste pasiones de subsuelo a precio de saldo. Pero tu y yo sabemos como nadie que la intensidad se paga con precio alto, muy alto.
Y luego queda lo de siempre, lo de vivir, aquello que para los mas es el único motor de existencia, pero no para los que probamos el lado oscuro del deseo. No para los que durante un segundo supimos que podíamos jugar en la liga de los mayores. No para los que además de llenarnos la boca con dulces teorías de las noches de vino y rosas, nos atrevimos a probar, y luego ya nada nos detuvo del todo el temblor.
No comíamos, apenas frugales almuerzos seguidos de intensas sesiones de sexo y canciones, de sexo y arrepentimiento. ¡Pero que sexo!

Y que canciones.

y que arrepentimiento…

05 junio, 2011

Fue a mediados de Mayo



Han pasado muchas cosas en este Mayo, ha llegado la primavera, claro! Y con la primavera llegan los locos i las locas, esos seres extraños que sacuden el banco antes de sentarse a hablar de lo que quieren que pase. Pero ha venido dura la primavera y muchos han sido los loquitos. Se ha desatado un quilombo bárbaro al aire libre, un film en technicolor de enajenados que saltan en la calle.

Luego llegarán las reflexiones de verdad, los textos bien pensados, ponderaremos artículos de Delgado, Navarro y otros. Intentaremos situarnos cerca de Negri, aunque llamaremos vehementemente al peligro de abandonar a la ligera la lucha de clases. Llegarán los espacios serios, donde poner las cartas sobre la mesa y releer a Gramsci para gritar a los cuatro vientos que sin organización los ideales quedan a merced del viento.

Pero de momento disfrutamos de los adoquines liberados, aunque sea efímero el gesto no lo es el símbolo, y saltamos de alegría con esta primavera que nos ha llegado, se nos cae la baba escuchando a la gente hablar de lo que ayer parecía imposible y recuperamos el amor por cambiar las tornas.

Los amantes de grabar, graban. los adictos a la palabra escriben. Los que saben hacer vibrar toman instantáneas, pero a todos nos une una motivación salida del asfalto que nos renueva las ganas de hacer lo mismo, pero esta vez sin demora y de verdad.

Ya llegará los planos de la obra.

De momento tenemos los terrenos.

03 mayo, 2011

Niveles


En el subsuelo una mariposa con lengua bífida. un vagón de metro medio vacío que ignora lo excepcional de su contenido, excepcional y efímero. Casi da miedo mirar la sonrisa dibujada en sus labios, temiendo que desaparezca y no vuelva a repetirse. Sabemos que nunca va a ser igual, nunca la van a mirar con tanto deseo entre la multitud, jamás va a saber devolver la mirada perfecta, perfecta en dimensiones, en color y en vibrato. El mareo, los pasos vacilantes y el patoso que providencialmente la empuja tras perder el equilibrio, y provoca que una mano firme la sostenga por la espalda.

Instantáneo, miles de terminaciones nerviosas activadas, millones de neuronas a pleno rendimiento en una amalgama de neurotransmisores y receptores excitados. Piel de gallina, bello erizado por toda la columna vertebral hasta perderse en la nuca. La canción adecuada, el antiguo teatro repleto y una explosión termonuclear en mitad de la sala, casi imperceptible para los demás, pero que sabrán.

Más tarde mucho más, años repletos de mucho más, montañas rusas de tiempo y espacio que no hace falta contar.
Pero esa madrugada, en el subsuelo, excepcional, efímera,

una sonrisa.

28 abril, 2011

Espíritus





-Es fantástico vivir como un alma y ver día a día la eternidad de las personas, siendo testigo de lo que sienten, pero a veces la existencia espiritual es poco para mí. Quisiera dejar de bajar suspendido en el aire, sentir mi propio peso, poner límite a mi infinidad y atarme a la tierra, Quisiera decir en cada uno de mis pasos, en cada ráfaga de viento, ahora y ahora y ahora, y no decir para siempre, hasta la eternidad. Ocupar un puesto en la mesa y jugar a cartas, que me saluden, aunque sea con un gesto.

El tiempo que dedicamos ayudando a los demás es solo una apariencia. Aparentamos ayudar al más débil de los contendientes en una pelea nocturna, aparentamos pescar un pez, aparentamos sentarnos en la barra de un bar, aparentamos comer y beber. Cuando en un picnic en el campo esperamos el cordero asado y el vino, no es verdad, si no apariencia. No es que quiera jugar con un niño o plantar un árbol hoy mismo, pero sería ya un gran paso. Poder llegar a casa después del trabajo y como Philipp Marlow darle de comer al gato. Tener fiebre, ensuciarme los dedos con el periódico, emocionarme no solo como espíritu si no por una comida, por la forma de un cuello, de una oreja. Mentir, sin parar, sentir el peso de mis huesos al caminar, adivinar algo en lugar de saberlo todo siempre.  Ah! Y Oh! Y Ay! o Caramba! En lugar de sí y Amén.

-Sí, e incluso poder ser malos alguna vez. Enfrentarnos a todos los demonios que se cruzan con las personas, pelearnos y echarlos de este mundo. ¡Ser salvajes!

-O saber al fin que se siente al quitarse los zapatos bajo la mesa y estirar los dedos de los pies, descalzos, así.

-Estar solo, indefenso, estar serio. Nosotros solo somos espontáneos dentro de nuestra gravedad. Solo podemos observar, acumular, ver, certificar, proteger, ser espíritus. Siempre a distancia, siempre en silencio…


"Cielo sobre Berlín" Wim Wenders

27 abril, 2011

Ella (II)


Ha escapado cien mil veces, ha comprado billetes de manera impulsiva y ha hecho planes lejos de esta ciudad. Ha conocido a gente maravillosa a lo largo y ancho de este mundo, siempre valiente lejos de casa, cuando parecía que el mundo no era lo suficientemente grande como para acobardarla. Ha recorrido las calles de Londres llena de fuerza, y en el Malecón de la Habana se sentía con suficiente energía como para darle la vuelta a la isla a nado. Pero por mucho que haya tirado de Low Cost nunca ha conseguido huir del todo. Siempre la ha perseguido esa otra que es ella misma pero que no lo parece. Como única amante fiel, como un corte en el pliegue de piel más molesto de todos.

Nada le jode más que tener llegar a la hora señalada a un plan que ella misma ha propuesto días antes. Aquello que en un momento le pareció una gran idea de pronto le da tanta pereza como levantarse a las siete para ir a trabajar. Sí, la obra tiene que ser muy buena, quien rechaza entradas para un Brecht dirigido por él. Y con esa grande como protagonista, de hecho el elenco entero es de quitarse el sombrero. Ella lo propuso, ella compró las entradas y le hizo gracia acabar la noche en ese bar tan rojo bebiendo gintónics hasta que la vida parezca sencilla y dócil. Pero ahora no quiere, solo quiere enchufarse al peor programa que den en la caja y no pensar en nada. Ha aparecido la otra, que ahora es ella y se pelea con la primera, juegan a los chinos hasta que una se rinde, pero claro, alguna quedara triste y cabreada, y el sofá parece menos cómodo de golpe.

París era tan bella, y se dejaba mirar por los libreros del quartier Latin, y soñaba que era la chica de la Vespa, que trabajaba programando exposiciones en el Pompidou o de camarera en Montmartre. Soñaba sin miedo por las calles de Napoli o de tiendas en Capri. Soñaba mirando las nubes de algodón desde un asiento estrecho de Vueling. Pero al encajar las llaves en la puerta de su casa sentía un miedo denso y profundo en el estómago, una especie de moco nauseabundo le ascendía hasta la cabeza y le asaltaba el vértigo de los trapecistas sordos.

Dando vueltas en el sofá, en un lio de mantas, nostalgias y reallity shows. ¿Donde se habrá escondido el maldito mando? ¿Y porque veo el polvo de la estantería desde aquí? Dándole vueltas en la cabeza a las nubes de algodón, a la fuerza del Malecón, a los bares rojos, a Brecht, a los libros sin dueño y al vértigo de los trapecistas sordos.

15 abril, 2011

So-le-da-des




Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo

sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo

los datos objetivos son como sigue

hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola

si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se vera un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente

después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad

conforme
pero que vendrá después
de la soledad

a veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después
de la soledad.

M. Benedetti

31 marzo, 2011

Él (II)


Todas las cosas importantes me pasan cuando llueve, pero no siempre que llueve me pasan cosas importantes. Sería bonito decidir cuando tienen que ser los puntos de inflexión, cuando los llantos, cuando los aprendizajes, cuando los flechazos y hasta las enfermedades (aunque puede que en realidad todo vaya un poco de la mano). Supongamos que la lluvia está limpia, que se abre una compuerta y deja pasar el aguacero por dentro. Todos los mecanismos se limpian, las correas, los engranajes, las válvulas y ese extraño sistema hidráulico que provoca vuelcos en el corazón cuando pasa algo bello, cuando confundimos la emoción con una vibración fantasma del móvil en el bolsillo.

Está sentado al lado de la ventana, dejando su mente al libre albedrío, con una botella de dos litros rellenada de agua fresca a la que da breves sorbos para prevenir la resaca en unas horas. En su habitación duerme alguien a quien conoce muy poco, tan poco que tiene que esforzarse para recordar su nombre. Empezaba por “a”, como el antro donde se han conocido. Todo ha sido tan fácil. Se han mirado, desde sus respectivos grupos de cuerpos sudados. Ella se ha acercado y le ha pedido una copa a cambio de un secreto. Él sabía a dónde conducía todo aquello pero se ha dejado llevar por la eterna ceremonia. Al fin y al cabo mientras dura la escena todo llega a parecer real, la emoción y la adrenalina se disparan y las drogas hacen el resto. Tiende a regocijarse en esa fase casi perfecta que supone la seducción. A posteriori siempre piensa que es un modo de garantizar un rato muy agradable por si el sexo que viene después está vacío.

Sigue lloviendo a cántaros. Hay días en que no apetece enfrentarse a cosas importantes, en que lo único que me mueve es ejercer la libertad de no elegir, de dejar que las cosas caigan por su propio peso, como la lluvia, como el mecanismo más sencillo de todos, el reloj de arena. Apetece volver a la cama y abrazarse a ese calor tan de mentira, sin hacer preguntas. Si pudiéramos apagar el sol durante unos días (que absurdo), y volver a salir a la calle por puro aburrimiento, o porqué ha dejado de llover y apetece olfatear el asfalto. Vuelvo a los mecanismos limpios, a la lluvia que cae, al fin de las preguntas sin respuestas.

Han salido de la discoteca con prisa y han parado un taxi, siempre es parecido. Él, egoístamente, ha propuesto ir a su casa y la ha comprado con una botella de Hendrick’s que descansa en su mueble bar y unas rodajas de pepino. Han escandalizado al taxista, solo porqué siempre le ha parecido divertido intentar escandalizar a un gremio que tiene más tiros pegados que nadie, cree que un día lo conseguirá. Y después lo de siempre, o algo parecido. Cambian las costumbres, la ropa interior, el bello púbico rasurado o la costumbre de gritar o la ausencia de ella. Más o menos timidez, más o menos perversión y un factor X difícil de aislar que acaba provocando que dos personas encajen desnudas o no. Es una extraña combinación entre pudor, experiencia, cantidad de alcohol ingerido y estado de ánimo en general o incluso culpabilidades disipadas en mayor o menor medida por la descontextualización espacio/moral.

Y sigue lloviendo, y el agua de la botella que nunca es suficiente. Y la duda entre volver a la cama o acabar la noche en la ventana pensando en aguaceros que limpian mecanismos. Y la cama ocupada.
Piensa que mañana por la mañana bajará a comprar el periódico y a tomar su café con poco azúcar. Puede que ya no llueva, puede que la perfecta rutina del desayuno le devuelva las ganas de decidir, o puede que no.
Puede que llueva, puede que mañana si que pase algo importante.

O puede que no.
O puede que no quiera.

08 marzo, 2011

A vosotros malnacidos


                                    "Mas al recordar otra vez que había sido despreciado y abandonado por ellos, acometíame de nuevo la rabia,
 e incapaz de volcarla sobre seres humanos,
 hacía destinatarios de ella a las cosas inanimadas."

Frankenstein o el moderno Prometeo M.Shelley



Cuando sembrasteis el mundo de tornillos
y soldasteis el techo bajo el cielo.
Cuando llenasteis las calles de silencios
pesados como cadáveres.
Cuando asesinasteis la opción de dudar,
los suspiros, el hipo y el sudor.
Estábamos allí malnacidos.

Cuando sellasteis los mejores labios,
plantasteis un vigía por quiosco,
un cepo por peatón y una aguja en cada libro.
Cuando vertisteis la moral venenosa
en cada barril de libre albedrio,
y aplicasteis la picana al amor verdadero.
Alguien vigilaba.

Gritasteis desde vuestros templos,
desde vuestra tierra prometida,  
y brindasteis por el botín y por el fin de la historia.
Mercadeasteis con valores sobre suelos de madera.
Del embrutecido rito de arrasar primaveras
vendéis manuales con sonido envolvente.
Cuando accionasteis la palanca,
alguien escuchaba malnacidos.

Es peligroso enterrar la caja de pandora entre cadáveres,
ahora que los muertos hablan.
Tenemos ojos, oídos, una pluma,
y la atávica rabia de los esclavos.
Tenemos veneno sobrante y mucha paciencia,
susurros en red y perseverancia.
Tenemos la lista de vuestros pecados,
y otra limpia con ensoñaciones,
con siglos de cuentos truncados a medias,
con ganas de amor entre los papeles.
Tenemos la llave del  ropero,
donde descansan intactos todos los libros.
Y vuestras armas malnacidos
y nuestro verbo.

Tenemos vino a raudales para celebrar el día.
Para dormir de noche a pierna suelta sobre las cenizas de vuestro serial.
Se acaba el invierno y la ceguera,
Nuestro olvido y vuestra carrera.
Tenemos rabia,
y tenemos prisa malnacidos.

31 diciembre, 2010

Horas, minutos, segundos...


Este año no habrá balances, no habrá propósitos, ni siquiera buenas intenciones. Quedará como una cápsula temporal digna de estudio para las generaciones venideras. Precintaremos los últimos 365 días y los guardaremos entre los túneles de una mina de sal.

Rescataremos, eso sí, todo lo escrito y todo lo dicho, todo quedó grabado en las cajas negras de la nave. En las próximas semanas procederemos a la transcripción y análisis de las conversaciones en cabina.

Seguiremos retransmitiendo en Morse por el canal de emergencia, por si alguno de los que decidieron lanzarse en paracaídas quisieran volver a la isla. Cada tarde a la misma hora encenderemos las hogueras y lanzaremos una bengala por si aun fuera posible.
Hemos rescatado unos fracs de la bodega de equipajes y algunas botellas.

Este año no habrá balances...

Unas copas y algunos deseos tal vez.

14 diciembre, 2010

Nocturnos XXXIII



      
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan inso
mne
como recién salidas de un naufragio de sangre.
                                    F. García Lorca de "Poeta en Nueva York"


Enrique Morente – La Aurora De Nueva York


Suena una y otra vez en la taberna, Alguien hace años la cantó por aquí y nos dejó a todos enamorados. personalmente creí de verdad aquella noche de verano que me había vuelto loco por ella, al escuchar uno de mis poemas preferidos de Federico en sus labios y con aquella voz dulce. Luego nos hizo callar a carcajadas mientras daba pequeños sorbos al vino y nos contaba que el mérito era de ese otro maestro que hoy ha salido en el noticiero. 
Devoramos todo el disco, y luego el siguiente, releímos a Miguel Hernández, a Alberti y a tantos otros desde su garganta con una nueva fuerza. 
Hoy suena una y otra vez.


Parece que ha refrescado esta noche...

12 diciembre, 2010

El plan establecido



Sara, o la chica Hall necesita un principio. Me lo ha dicho entre cervezas y le he prometido un nuevo plan que reemplace al caduco. Creo firmemente que los malditos también  encontraremos nuestro propia e inestable felicidad.

El plan perfecto, el que no tenga fisuras. He pensado durante mucho rato en Sara, su risa y mi plan, y de pronto me ha venido a la mente, sin avisar, la imagen del todavía joven Doinel. Se pasa la adolescencia corriendo y encajando derechas, pero al final del film tiene un momento casi profético. Huyendo llega al mar y de pronto Jean-Pierre Léaud se gira y mira a cámara. En esta maravillosa transgresión cinematográfica que me ha hecho gastar ratos boquiabierto ante la pantalla, Antoine nos dice que tiene un plan.

Mi plan se parece a ese adolescente convertido en sabio, mi plan es caótico, poco predecible y no se sustenta en ninguna estadística. Es revolucionario en el sentido más subversivo y a la vez sabremos conformarnos con los márgenes del escenario. Mi plan incluye extrañas bebidas de color verde, substancias de dudosa legalidad y requiere una comprensión de moral relajada. Se parece a los mapas del tesoro con manchurrones de ron y una gran cruz totalmente desproporcionada.

Mi plan se susurra al oído, para que no sea demasiado público y se grita a los cuatro vientos en los días eufóricos. Huele a risas de arrabal, a humor negro y tiene una niña en una esquina con cara de loca que mira como suenan las guitarras. Es una imprudencia de magnitud faraónica, no lo recomendaría ni el doctor de cada diez que aconseja comer chicle con azúcar. Es imperfecto, poco respetuoso con el medio ambiente y políticamente incorrecto. 

Es el único modo que se me ocurre para subvertir el estado de todas las cosas hasta que se parezcan a lo que nos hace vibrar. Es emocionante y tiene largos anexos a rellenar en noches de vino y risas. No está documentado ni será publicado, pero aprenderemos hasta la última letra.

Mi plan se parece mucho a ti…

09 diciembre, 2010

Nuit brouillée, nuit claire







Arañazos en la espalda y la mente algo nublada, una mesa bien poblada por mentes afiladas. Bebíamos y charlábamos, íbamos desgranando la noche. Evidentemente la risa potente de Jorge sobresalía de vez en cuando entre el humo y yo me sentía feliz de compartir palabras y gestos con gente como aquella. Que nadie malinterprete, no son delirios de grandeza, más bien todo lo contrario. El saber y la complejidad no necesitan ser publicitados, simplemente se dan, en lugares como aquella mesa, como una geometría casual y perfecta. La conversación iba de lo banal a lo más esencial, a ratos parecía que tocábamos el sentido último de la vida con la punta de los dedos y a los cinco minutos nos parecía que precisamente era perdiéndonos en los detalles como resolveríamos el misterio.


No hay porque esconderlo, varias substancias yacían sobre la mesa, cada cual elegía la suya, incluso este tema engendró una acalorada discusión entre el fotógrafo y el escritor. Alguien dijo que no era necesario esconder el hecho creativo tras alteraciones del estado perceptivo, incluso aseguró que eso solo denotaba cobardía en un artista, un pretexto para no mostrarse entero y verdadero frente al soporte, sea cual fuere. Rápidamente el pintor y el poeta saltaron encendidos a defender el caminó hacía la belleza por si mismo, aunque este necesite de catalizadores químicos. Y hablamos de Poe, de las amapolas y del vino barato de Bukowski. Apareció Syd Barrett y con él la idea de que el trance creativo domine al creador. Hablamos de la soledad del visionario y del dolor intenso que podía llegar tras alcanzar la cumbre creativa.  

A todos nos encantaba aquel bar afrancesado del barrio viejo y decidimos que esta reunión fuera la primera. De algún modo nos sentíamos reflejados los unos en los otros y nos enternecía este modo de tener razón todo el rato y no tenerla a la vez.
Tal vez el pico de la noche llegó cuando la actriz llenó de elogios al poeta y le preguntó como era capaz de tal verborrea, casi improvisada, tantas palabras y tan bien elegidas.  Al escuchar la pregunta el escritor interrumpió. – No tiene mérito alguno, lo único que hace es dejar la mente en blanco y echar todo lo que llega, tal cual. Vaciar palabras, eso es la poesía, la literatura, todos podemos hacerlo.  Y quien no puede hacerlo es por miedo o peor, porque esta vacio por dentro o lleno de aire.

¡Vacío!  En un primer momento la reflexión me pareció dura y bastante pedante por su parte, pero tengo que reconocer que al rato me asusté al sentir que en parte estaba de acuerdo con él.

Y seguimos escuchando música francesa…

01 diciembre, 2010

Nocturnos XXXII


“Hay seres, muy pocos, que respiran Vida”

Me habría quedado toda la noche en esa silla, en ese bar, casi sin moverme. Toda la noche mirando el espacio que has dejado al otro lado de la mesa. Te has levantado, te has puesto ese abrigo precioso y me has mirado con una mezcla de pena y de fuerza.

Me habría quedado toda la noche jugando a que acabas de marcharte, a que todavía flotas en el aire. Has recogido el tabaco y el bolso y simplemente has puesto un punto de sutura en mi historia.

Me habría quedado toda la vida en ese bar, si pudiera, solo por no salir sin ti por la puerta.