A vosotros malnacidos
"Mas al recordar otra vez que había sido despreciado y abandonado por ellos, acometíame de nuevo la rabia,
e incapaz de volcarla sobre seres humanos,
hacía destinatarios de ella a las cosas inanimadas."
Frankenstein o el moderno Prometeo M.Shelley
Cuando sembrasteis el mundo de tornillos
y soldasteis el techo bajo el cielo.
Cuando llenasteis las calles de silencios
pesados como cadáveres.
Cuando asesinasteis la opción de dudar,
los suspiros, el hipo y el sudor.
Estábamos allí malnacidos.
Cuando sellasteis los mejores labios,
plantasteis un vigía por quiosco,
un cepo por peatón y una aguja en cada libro.
Cuando vertisteis la moral venenosa
en cada barril de libre albedrio,
y aplicasteis la picana al amor verdadero.
Alguien vigilaba.
Gritasteis desde vuestros templos,
desde vuestra tierra prometida,
y brindasteis por el botín y por el fin de la historia.
Mercadeasteis con valores sobre suelos de madera.
Del embrutecido rito de arrasar primaveras
vendéis manuales con sonido envolvente.
Cuando accionasteis la palanca,
alguien escuchaba malnacidos.
Es peligroso enterrar la caja de pandora entre cadáveres,
ahora que los muertos hablan.
Tenemos ojos, oídos, una pluma,
y la atávica rabia de los esclavos.
Tenemos veneno sobrante y mucha paciencia,
susurros en red y perseverancia.
Tenemos la lista de vuestros pecados,
y otra limpia con ensoñaciones,
con siglos de cuentos truncados a medias,
con ganas de amor entre los papeles.
Tenemos la llave del ropero,
donde descansan intactos todos los libros.
Y vuestras armas malnacidos
y nuestro verbo.
Tenemos vino a raudales para celebrar el día.
Para dormir de noche a pierna suelta sobre las cenizas de vuestro serial.
Se acaba el invierno y la ceguera,
Nuestro olvido y vuestra carrera.
Tenemos rabia,
y tenemos prisa malnacidos.