Creo en lo que veo, como buen positivista
(si ello no conlleva ser tan aburrido)
Creo también en cosas que no veo,
como buen místico y lector de intoxicados.
(aunque una vez intoxicado todo tenga
sentido)
Creo en el cirujano, concienzudo y
aplicado
(o si lo prefieren en cualquier
carnicero)
Que cuidadosamente busca la entraña,
que con finas herramientas se adentra en
la carne.
(carne o alma, obviemos la paralaje)
Que separa, una a una, las capas de piel
y las lágrimas, las palabras, los acentos
extraños.
(aunque el método no importe al fin)
Desechando lo accesorio, lo poco vital.
Buscando solo el órgano, el humor
esencial,
algo que bombee tanta intensidad.
(pidiendo perdón de antemano por
semejante
vocación)
Creo en la nausea.
(si esa especie de mueca de pura
decepción
no puede tener otro nombre)
Creo en su expresión, no le reprocho
nada,
si al llegar al fin a la central cavidad
advierte que al sujeto lo mueve la
oquedad.
(si prefieren el vacío o la ausencia de
cosa,
la falta de substancia o la mediocridad)
Creo en lo que siento,
Creo en la cirugía,
Hoy creo en el vacío.
y en fin…
(Creo sobre todo en la nausea final)
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