Nocturnos XXXIV
Y canciones a cambio de cobijo…
Eres tu mi amor, la única extranjera. Tuviste un momento de lucidez cuando me vendiste pasiones de subsuelo a precio de saldo. Pero tu y yo sabemos como nadie que la intensidad se paga con precio alto, muy alto.
Y luego queda lo de siempre, lo de vivir, aquello que para los mas es el único motor de existencia, pero no para los que probamos el lado oscuro del deseo. No para los que durante un segundo supimos que podíamos jugar en la liga de los mayores. No para los que además de llenarnos la boca con dulces teorías de las noches de vino y rosas, nos atrevimos a probar, y luego ya nada nos detuvo del todo el temblor.
No comíamos, apenas frugales almuerzos seguidos de intensas sesiones de sexo y canciones, de sexo y arrepentimiento. ¡Pero que sexo!
Y que canciones.
y que arrepentimiento…
No hay comentarios:
Publicar un comentario