04 julio, 2008

Nocturnos XV




Reflejos

Como en la taberna el calor es sofocante, sacamos las mesas fuera y de paso nos encontramos con una luna menguante que se dibuja en el cielo como el perfil de la felicidad. Como siempre, hay una guitarra que suena, esta vez acompañada por un cajón que, golpeado con suavidad, semeja el temblor de la tierra cuando se emociona a las caricias de la brisa vespertina.

Jorge anda medio atontado mirando la silueta del cielo y saboreando algo que ha liado y de momento no me deja probar. Sonríe, me mira y pregunta:
- ¿A vos no te conté nunca porque hay días como hoy que amanecen bien nubladitos y acaban con un sol radiante?
Yo me limito a negar con la cabeza y me arrimo a la copa de Chardonnay deseando escuchar su canto. Enseguida, sin esperar respuesta prosigue:
- El sol y la luna andaban tejidos con fuerza en la antigüedad. Más tarde decidieron repartirse las cosas importantes y redescubrirse a cada nuevo anochecer. Ella se quedó con la belleza y con su luz de intimidad. Ella es morena, aunque brille con luz blanca. Él se quedó con la explosión y el calor del mundo.
En realidad se quieren tanto que se miran de reojo siempre que pueden. Durante el día el sol busca a la luna mirando hacia abajo. Y por las noches se sueñan, y se sudan, se dejan fluir.
Sucede que en los días nublados el sol anda descansando de dar calor al mundo y soñando a su luna entre los algodones blancos. Pero acaba haciéndole cosquillas a la luna para que sonría. Cuando ella sonríe detrás de una mesa, o en la terraza de un café el sol despierta de golpe de su tedio y sale corriendo a mirarla. Es por eso que de pronto el mundo se inunda de nuevo de luz y a todos parece que nos da un vuelco el corazón de alegría. Porque el amor del sol y la luna se escribe con las mismas letras que la felicidad.

Justo cuando Jorge acaba su relato una voz tras la guitarra canta aquello de “Como gasto papeles recordándote, como no te me quitas de las ganas” y una sonrisa inunda mi rostro mientras miro el perfil de la luna. Me imagino que cuando la luna está de perfil, quizás es para que no veamos como se come a besos con el sol que se esconde tras ella.

Vuelvo a sonreir

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