Nocturnos V
-Perdona que llegue tan tarde, me ha retenido el invierno-
-Siéntate i quítate esa chaqueta empapada que se te resfría el alma. Perdone! Dos estrellas más!-
Una taberna casi vacía, un rincón oscuro, un dieciséis de Agosto.
-Que tal te trata la vida? Vaya, tienes muy mala cara, deberías coserte ese botón.-
- Me lo coso tres veces al día, pero cada vez que me enamoro se vuelve a caer. Necesito descansar unas horas del ruido del mundo, ¿me dejas un rincón de tu cadera?-
- Te dejaría el corazón entero si pudiera traerte el desayuno a la cama. ¿Porque no te duchas y nos secamos en cualquier arruga de mi cama?-
-Sabes que soy tremendamente alérgico al sol que filtran los cristales de tus ventanas. Solo quiero mirarte un instante a los ojos y tener la certeza de que sigo perteneciendo a este mundo. Con eso tendré para un par de poemas y tres meses de desayunos en el malecón
¡Otra estrella compadre!-
Era noche de luna sonriente, casi recién estrenada, quizás fue esa sutileza la que le empujó a besarle los párpados, acariciarle la frontera de la espalda y soplarle ligeramente en la nuca. Luego
fue más tarde, y al cabo de un rato más temprano. Ella se despertó con el café preparado, la cama vacía y un botón en las sábanas.
- La cuenta por favor
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