Beat delirium
Al cruzar el umbral de la puerta el espacio-tiempo me la ha jugado. De pronto estoy en una taberna mucho más antigua, En un tocadiscos viejo suenan los grandes del Bebop. Me dejo llevar un segundo por las notas entrecruzadas y reconozco el piano de Monk y la batería de Blakey. En un rincón de la pared cuelga un texto enrollado y amarillento e identifico a Kerouac o su alter ego Sal rezando: “Con la aparición de Dean Moriarty comenzó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera” lo cual hace que empiece a dudar seriamente sobre mi estado de conciencia.
¿Estaré despierto? Todos mis sentidos contestan afirmativamente la pregunta, pero si es así, ¿porqué estoy contemplando desprotegido y en una pared familiar el rollo mecanografiado “On the road”? No puede ser el original.
Pido una cerveza fría y me quedo en la barra. De pronto alguien grita desde una mesa. Me parece reconocer a Ginsberg insultando a modo de poema dramatizado a sus compañeros de mesa que tienen un peligroso parecido a Cassady y al mismo Kerouac. Desde otra mesa alguien tira un vaso por los aires que aterriza directamente en mi cabeza.
Fundido a negro.
Me despierto corriendo por la calle, la temperatura es agradable y llevo una botella de Jack Daniels en la mano. A mi alrededor caras conocidas, amigos corriendo a mi lado y riendo a carcajadas. ¿Por qué llevamos sombrero? Jugamos a pisar una baldosa de cada tres y nos empujamos unos a otros.
Alguien grita algo sobre la ruta 66...
Acabamos todos en el suelo, sin parar de sonreír...
De pronto alguien empieza a recitar:
SOÑE...
Soñé que vivía en un lugar sin domicilio
Perdido y solo andaba yo
La gente me miraba sin verme en el espacio
Y pasaban de largo con ojos de piedra
Allen Ginsberg