27 enero, 2012

La nausea




Creo en lo que veo, como buen positivista
(si ello no conlleva ser tan aburrido)
Creo también en cosas que no veo,
como buen místico y lector de intoxicados.
(aunque una vez intoxicado todo tenga sentido)

Creo en el cirujano, concienzudo y aplicado
(o si lo prefieren en cualquier carnicero)
Que cuidadosamente busca la entraña,
que con finas herramientas se adentra en la carne.
(carne o alma, obviemos la paralaje)
Que separa, una a una, las capas de piel
y las lágrimas, las palabras, los acentos extraños.
(aunque el método no importe al fin)
Desechando lo accesorio, lo poco vital.
Buscando solo el órgano, el humor esencial,
algo que bombee tanta intensidad.
(pidiendo perdón de antemano por semejante
vocación)

Creo en la nausea.
(si esa especie de mueca de pura decepción
no puede tener otro nombre)
Creo en su expresión, no le reprocho nada,
si al llegar al fin a la central cavidad
advierte que al sujeto lo mueve la oquedad.
(si prefieren el vacío o la ausencia de cosa,
la falta de substancia o la mediocridad)

Creo en lo que siento,
Creo en la cirugía,
Hoy creo en el vacío.
y en fin…
(Creo sobre todo en la nausea final)

12 enero, 2012

El poeta piloto





El funámbulo es ese ser extraño a medio camino entre bailarín y piloto. Una línea tangente de la evolución, una cabeza vaporosa de belleza sobre un cuerpo de alambre y nylon. Lunático por naturaleza, rey de los pájaros de mal agüero. Escribidor de boquiabiertos por las alturas, reponedor de imposibles en los colmados vacios de suspiros.
Pequeño loco cabrón, dicen los famas. Espantapájaros de palo y cuerda le llaman los que viven a ras de suelo, incógnita física de las leyes generales. Como una pesadilla de Sir Isaac Newton, el niño con la cabeza llena de pájaros no pierde el hilo, baila sobre él.
El niño funámbulo sonríe, porque desde su pista de baile las cosas parecen de juguete, pierden seriedad y dramatismo. Se llena de una sensación de vuelo bidimensional, se estira sobre el cable y sueña que vuela, sueña.

Yo de mayor  quiero ser funámbulo.