11 marzo, 2010



Nocturnos XVII




Amor estacional


El hombre del tiempo también sufre hasta que llega la primavera.

Las bajas presiones le hacen temblar y con los frentes fríos languidece.

También la primavera le acelera el puso.

Estudia las isobaras buscando donde agarrarse, mira al cielo con miedo y siente pena al ver como los cumulonimbos amenazan con descargarse sobre las aceras enmohecidas.

Los anticiclones puntiagudos le cosquillean la garganta.

El hombre del tiempo quiso ser poeta.

En clase lo ninguneaban por oler el asfalto tras la lluvia, por quedarse tonto mirando al cielo.

El hombre del tiempo quiso ser poeta.

Un invierno se le atravesó la lluvia en un ventrículo, y ya vivió obsesionado con predecir ese frio.

El hombre del tiempo quiso ser poeta,

Pero también sufre de amores.