Cada dia es 25 de Abril
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade,
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade.
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena
Cada dia es 25 de Abril
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade,
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade.
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena
Plano picado...
Dos soñadores cenando en ca’n Toni. La luna llena es testigo, se dejan llevar por la múica y esta les arrastra hasta una terraza del Hafa. La misma noche, la misma luna..
Carretera rifeña, llegan hasta Ketama mecidos por el viento pero deciden volver a Chaouen. Una habitación azul con un ventanal a la plaza, ella nunca había visto tantos colores ni él tanta belleza… El suelo lleno de botones.
Un agujero en el suelo y una guitarra que se queja, una playa, la playa,…su playa. La misma luna. Mil cosas por contar, así deprisa como si el mundo fuera a explotar en confetti. Mil imágenes cruzando sus cabezas… de pronto la paz, y los besos prohibidos y la arena, y todos los secretos…
Nocturnos IX
Hace apenas unos días, delante de una cerveza, Jorge me preguntaba que entendía por una historia de amor. Le conté entonces lo siguiente:
- Tiempo atrás tuve un fugaz encuentro de apenas unos meses con una mujer, y a pesar de mi inmadurez y cobardía me habría abrazado fuertemente a ella para no soltarla nunca más. No llegué a sincerarme, la vida la llevó lejos y yo me resigné. Aunque la había olvidado casi por completo una mañana de primeros de Mayo su recuerdo me atrapó mientras tomaba café solo en una terraza y sentí como mis labios volvían a cerrar sus párpados. El sentimiento fue tan intenso que me tuvo agarrado toda la mañana. Algún tiempo después, una tarde mientras husmeaba en una librería me sorprendió ver su nombre en el lomo de un libro. Lo abrí por la primera página y el capítulo rezaba: “Barcelona 2 de Mayo”. En el se contaba que tras la peor semana de su vida aquella mañana se derrumbó al fin y mientras lloraba desesperada, aún estando sola, sintió como unas manos le secaban las lágrimas y le besaban los párpados empapados.
Dejé el libro en la estantería y salí a la calle lleno de esperanza. No he vuelto a saber de ella
Jorge y yo pedimos otra cerveza y brindamos por el amor.